Lo que nadie te dice sobre el impacto emocional de un despido

Hay cosas que uno simplemente no espera, aunque estén dentro del terreno de lo posible.

Un despido, por ejemplo. A veces lo ves venir, pero otras veces te agarra desprevenido, como un golpe seco al estómago.
Y aunque todo el mundo hable de cómo actualizar tu hoja de vida o prepararte para entrevistas, casi nadie habla del terremoto interno que puede causar perder tu trabajo.

1. No solo perdiste un trabajo, perdiste estructura, rutina y validación externa

Durante mucho tiempo, tu agenda, tu despertador, tus almuerzos y hasta tus domingos por la tarde estaban organizados en torno a ese trabajo. Cuando desaparece, también desaparece ese marco.
Y con él, puede irse un pedazo de tu identidad.

De repente, te despiertas un martes cualquiera a las 9:47 a.m. y no sabes exactamente qué hacer. Nadie te espera en ninguna reunión. Nadie te escribe por Slack.
Y por más que digas “voy a aprovechar este tiempo para descansar”, puede que te sientas inútil, culpable, fuera de ritmo.

2. Tu autoestima entra en una montaña rusa

Aunque sepas que el despido no fue personal, que fue por recortes o decisiones externas, una parte de ti se siente rechazada.
“¿No fui lo suficientemente buena?”
“¿En qué fallé?”
“¿Y si no vuelvo a conseguir nada?”

Y ahí es cuando empieza el diálogo interno destructivo.
Pero lo que no te dicen es que esto es normal. Que no estás rota por sentirte así. Que tu valor nunca estuvo en tu cargo o salario.

3. Es válido sentir todo: rabia, tristeza, alivio, confusión (y a veces todo al mismo tiempo)

Hay días en los que vas a querer llorar, otros en los que vas a odiar a tu ex jefe, y algunos en los que sientes un extraño alivio por haber salido de un lugar donde no eras feliz. Es un torbellino emocional.
No te castigues por sentir demasiado. Esto es un duelo. Y cada persona lo vive diferente.

4. La presión por “ser productiva” puede convertirse en una trampa

“Ahora que tienes tiempo, deberías montar algo”, “aprovecha para reinventarte”, “haz un curso, haz algo, haz TODO”.
La productividad tóxica aparece disfrazada de consejos bienintencionados.

Pero sanar también es una forma de avanzar.
Descansar es avanzar.
Procesar es avanzar.
No todo tiene que convertirse en un proyecto.

5. Está bien pedir ayuda

Hablar con alguien, ya sea una amiga, un mentor o una terapeuta, no te hace débil.
Te hace humana.

Muchas veces, poner en palabras lo que sientes puede ayudarte a salir del ciclo de culpa, miedo y ansiedad.
No estás sola, y no tienes que navegar esto en silencio.

Si estás atravesando un despido…

Tal vez este sea un buen momento para replantearte hacia dónde quieres ir.
Tal vez no. Tal vez solo quieras pasar unos días llorando y comiendo arroz con pollo.
Y todo eso está bien.

Lo importante es no perder de vista que este momento difícil no define quién eres.
Que el trabajo que perdiste no borra el valor que tienes.
Y que, aunque ahora duela, vas a salir de esta con más claridad, más fuerza y con historias que contar.


🎒 Recurso para ti

¿Quieres más recursos para navegar cambios profesionales con intención y claridad?
Visita la sección de Recursos de Freaking Out in My 20s , ahí encuentras plantillas, guías y herramientas diseñadas para ayudarte a encontrar estabilidad, crecer con propósito y reconectar contigo.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *